Tomado de Granma
Por: DALIA GONZÁLEZ DELGADO
Cuando
el Papa Juan Pablo II visitó Cuba, el mundo entero estuvo pendiente
de su histórico encuentro con el presidente cubano Fidel Castro.
Pero no era la primera vez que se reunían. En noviembre de 1996 ya
habían sostenido una entrevista en el Vaticano. Por primera vez, un
presidente cubano era recibido por la máxima autoridad de la Iglesia
Católica.
La audiencia concedida por el Sumo Pontífice al líder cubano
(presente en Roma para participar en la Cumbre de la Organización de
las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO),
causó gran revuelo entre la prensa y muchos esperaban desencuentros.
No obstante, entre ambos estadistas primaron expresiones de respeto
y admiración mutua.
Cuenta el periodista Luis Báez que "diez minutos antes de la hora
señalada para la audiencia la caravana de autos en que viaja Fidel
cruza la histórica Plaza de San Pedro, atraviesa el patio de San
Dámaso, en el corazón del minúsculo Estado Vaticano, y es conducido
a la biblioteca privada del Santo Padre".
"Bienvenido, gracias por su visita", le dijo Juan Pablo II. El
presidente cubano contestó con una leve inclinación: "Su Santidad,
para mí es un gran honor estrechar su mano".
La conversación duró 35 minutos, sin testigos —continúa Báez. El
diálogo fue en español. Al despedirse, Fidel
reiteró la invitación
para que el Papa visitara la Isla: "Santidad, espero verlo pronto en
Cuba". "Gracias. Mi bendición para todo el pueblo cubano", fue la
respuesta.
Aquella cita se convirtió en la principal noticia de los más
importantes medios de comunicación en todo el mundo. La agencia
mexicana Notimex, desde Roma, señalaba que "Fidel logró en la Cumbre
Mundial de la Alimentación y en su encuentro con el Papa Juan Pablo
II contrarrestar el pretendido aislamiento de su gobierno que
buscaba Estados Unidos y que había secundado España".
La radio Vaticana difundió una entrevista con el líder cubano, en
la cual reiteró que "queremos crear un clima de confianza y de
buenas relaciones con la Iglesia". Por su parte, el diario español
El País calificó como "histórico" el apretón de manos entre el Sumo
Pontífice y el presidente cubano.
El propio Fidel, en una conferencia de prensa luego del
encuentro, lo calificó como "un impacto muy fuerte".
"Pude observar un rostro bondadoso y noble realmente. He
observado a un hombre noble, bueno, amable, en buena salud.
Realmente me sentí emocionado al saludar a una personalidad tan
destacada y que ha jugado un papel tan importante en el mundo
entero.
"Hablamos de historia, de América Latina, de los problemas del
mundo. Le expliqué cómo nuestra Revolución nunca ha tenido un
sentimiento antirreligioso.
"Me reunía con un Papa de una gran personalidad, de
características excepcionales, que ha jugado un papel importante en
el mundo de hoy y entonces allí, naturalmente que tenía que ser para
mí una reunión de especial carácter."
Luego, en enero de 1998, a pocas horas de la llegada del Sumo
Pontífice a La Habana, el Comandante en Jefe, durante una
comparecencia ante la televisión cubana, volvió a recordar aquella
reunión.
"Fue muy amable, muy respetuoso, pudiéramos decir que afectuoso.
Es un hombre de rostro noble —fue la impresión que me dio—; inspira,
realmente, respeto. Esa impresión la recogieron todos los compañeros
que estábamos allí. Fue fácil conversar con él —habla español como
cualquiera de nosotros, con una gran facilidad—, hablamos español.
Es un hombre preciso en las cosas, sabe escuchar y escucha con mucha
atención. De manera que yo, realmente, saqué una impresión buena,
agradable. Así mismo lo he expresado, allí mismo en Italia, cuando
me lo preguntaron, y en otras ocasiones lo he comunicado también".
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