Escrito por: Arelys García Acosta
Se puede hacer el bien desde cualquier parte, en cualquier rincón
oscuro y hosco. Antonio Guerrero, uno de los Cinco luchadores
antiterroristas cubanos, lo ha demostrado. Durante ocho años se
desempeñó como maestro en el centro penitenciario de máxima seguridad de
Florence, Colorado, Estados Unidos.
Allí, entre rejas destinadas a reos con reputación de alta
peligrosidad, Tony ayudó a no pocos de sus compañeros a obtener títulos
de bachiller. Allí, donde no parecía haber resquicio para el
mejoramiento humano, en “la tumba en vida” como algunos han calificado
esa prisión, hizo de su tiempo un tiempo útil. Mirta Rodríguez, su
madre, supo como nadie cuánto creció la espiritualidad de su hijo frente
a los pizarrones.
“Él bien pudo haber estado -refiere Mirta- en la lavandería o en otra
actividad que le diera margen para dedicarse más a la pintura, a la
poesía; sin embargo, por la mañana daba clases de Inglés y Matemática
para los latinos que quisieran superarse y en las noches impartía
Español a los anglosajones que deseaban aprender este idioma.
“Muchas veces me explicó la importancia que tenía para estos hombres,
algunos con largas condenas, hacerse bachilleres. Podían aspirar a
mejores puestos de trabajo dentro de la cárcel y ayudar más a la
familia”, añadió la madre a Escambray .
“A veces bromeaba con él y le decía: bueno, yo tengo una
preocupación. Por fin, ¿qué tú eres: ingeniero civil, pintor, poeta o
maestro? Y él me respondía. Si tú supieras, mami, si me dejaran escoger,
fuera maestro”.
Un hombre que ha sido calificado por la justicia norteamericana como
un connotado delincuente, un terrorista que representa una amenaza para
la seguridad nacional de los Estados Unidos es capaz de dar esta
respuesta.
Con certeza, Antonio no es un preso común, es un pedagogo cuyas
cualidades fueron reconocidas por funcionarios del centro penitenciario
de máxima seguridad de Florence. En una carta, fechada en marzo de 2003,
John Bellantoni, supervisor del Departamento de Educación de esa
prisión, expresa:
“El prisionero Antonio Guerrero ha realizado, y continúa haciéndolo,
un trabajo notorio como tutor de sus compañeros de prisión de habla
hispana. (…). Posee excelentes cualidades como profesor. Se ha mostrado
respetuoso con el personal y el resto de los compañeros presos. Es una
persona muy inteligente y ha sabido usar sus habilidades de manera muy
positiva”.
Y la conducta ejemplar de Tony a través de más de una década de
cautiverio, recogida en el memorando presentado al proceso de
resentencia que tuvo su vista el 13 de octubre de 2009 en la Corte del
Distrito Sur de la Florida, pesó en la reducción de su condena de cadena
perpetua más 10 años de prisión a 21 años y 10 meses.
Cuentan que ese día, en el impresionante discurso donde Leonard
Weinglass habló de su defendido, no faltó la alusión al empleo
infatigable del talento de Tony para rehabilitar a otros reclusos y
superarse a sí mismo en esa penitenciaría, donde el 30 por ciento del
tiempo lo había pasado en lock down . Sépase, además, que esa prisión
está considerada por el Guinness World Records como la más segura del
mundo.
“Creo en el mejoramiento humano y pensando en eso actúo cada día –
dijo el luchador antiterrorista en entrevista publicada en Bohemia en
septiembre de 2008-. Me entrego al bien. Por eso, de estos años en
prisión llevaré conmigo todos los aprendizajes, fruto de mi entrega a
causas nobles y justas”.
Ahora Antonio Guerrero permanece recluido en la sección de seguridad
media. Y, sin dudas, sus antiguos alumnos lo recuerdan porque en
aquellas horas de enseñanzas fueron más libres y estuvieron más a salvo
de la soledad y el olvido.
Escrito por: Arelys García Acosta
No hay comentarios:
Publicar un comentario