A quemarropa, vía telefónica,
llegó la sentencia. Los periodistas no mientan pero no dicen toda la
verdad.
Llegado de la voz de un cubano cualquiera,
puede ser esta una acusación directa o un
reto profesional.
Desde mi perspectiva la asimilo de las dos maneras,
mucho más ahora que nos preparamos para el Noveno Congreso de la
UPEC, que por cierto, desde la complicidad de un lema, Con la pasion de la
verdad, anuncia que andaremos otra vez sobre cuerdas flojas.
Sucede que desde fuera y en el vórtice de una
sociedad crítica todos visten la toga acusatoria y culpan a la prensa
de todos los probelams humanos y divinos.
Desde el que se siente
compulsado a comparecer para decir las verdades y las esconde bajo mil
mantos hasta el que espera recibirla sin ropajes y se decepciona cuando no
la encuentra, o la halla a medias y enrevesada en justificaciones.
O desde el que fomenta falsas expectativas a expensas
de los espacios que le proporcionan los medios hasta quienes nos culpan,
algunas veces con razón de ser meros siervos de intereses y
cómplices del engaño cuando envolvemos el mensaje en
triunfalismos, vanalidades.
Lo que no todos dominan son
los vericuetos a recorrer para encontrar la verdad tal cual es en una
sociedad que muchas veces peca de doble moral.
Si no fuera así no pagarñiamos las
consecuencias. Mientras las llamadas fuentes aplaudieron el llamado de
Raúl a derribar los muros del secretismo, a la vuelta de los meses
todo sigue sin nmuchos cambios y no peco de absoluta si le digo que
después de dictados los cambios, el secretismo ha echado mas
raíces.
De otra manera no se entendería cómo
desde un ministerio se dicta el que publicar y el qué no y hasta las
maneras en que este debe presentarse para eludir los problemas.
De otra
manera no entenderiamos que los decisores de la
Comison Nacional de béisbol adviertan a viva voz las nuevas reglas
para el tratamiento con la prensa la cual, según su precepto,
dirá solo aquello que esta institución
dictamine
Queda de esta parte hacer cumplir el dictado inherente
a esta profesión. Decir la verdad con toda la pasión y
responsabilidad que ella exige.
Solo que no resulta facil.
Desde el humor de los personajes de Panfilo o Mentepollo, la verdad no
asusta. Da risa aunque espante. Desde la ambigüedad que presupone el
discurso artístico, la verdad se tambalea y tiene anclaje en la
llevada y traída doble lectura o la interpretación subjetiva
Mas desde la voz, la imagen
y la letra del periodismo, la verdad anda siempre sobre el filo de una
navaja cortante o sobre una viga de equilibrio.
Toca al periodista
develarla en sus riesgos y peligros, bajo el visor del compromiso y no del
comprometimiento.
Por esos senderos, llegaremos a nuestro Congreso con la
pasión de la verdad y talvez ya no suene acusatoria la sentencia del
otro lado del teléfono.
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