Cual dama que se resiste a las implacables huellas del tiempo y se apresta para nuevos desafíos, la villa del Espíritu Santo –denominada desde 1867 la ciudad de Sancti Spíritus- celebra hoy sus 498 años.
Luego de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, San Salvador de Bayamo y La Trinidad los colonizadores españoles establecieron en 1514 la cuarta localidad cubana en un lugar aún por definir cerca del río Tuinucú, donde se ha comprobado existía abundante población indígena.
Los historiadores alegan diversas razones, pero lo cierto es que casi una década después los habitantes del emplazamiento inicial trasladaron el sitio hacia las márgenes del Yayabo, espacio desde donde creció hasta convertirse en la capital de la provincia de Sancti Spíritus.
Contrario a otros de los primeros asentamientos, los investigadores sostienen que este no tuvo períodos de auge y decadencia, sino que alcanzó un relativo desarrollo hasta mediados de la centuria decimonónica cuando comenzó su verdadero despegue económico y social.
Quien recorra actualmente su centro histórico –declarado Monumento Nacional en 1978- difícilmente podrá olvidar sus calles sinuosas que han confundido, incluso, a más de un lugareño, el puente sobre el río Yayabo, la Iglesia Parroquial Mayor o su antiquísimo Teatro Principal.
Para celebrar el onomástico de la ciudad, desde hace varios meses sus residentes y autoridades se afanan en la restauración y pintura de las fachadas de más de dos mil inmuebles y edificaciones emblemáticas como el propio Teatro o la conocida Quinta Santa Elena.
Igualmente, la Dirección Municipal de Cultura y Arte en Sancti Spíritus subrayó que desde el día primero y hasta este lunes se desarrolla una jornada cultural-recreativa que incluye galas artísticas, homenajes, talleres y concursos.
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