Por: Edmundo Garcia
Los
difamadores y enemigos de Cuba están metidos en un mal “báun” (bound)
con la reforma migratoria cubana. No saben qué hacer y les siguen
anotando carreras. Primero dijeron que la reforma migratoria iba a ser
selectiva políticamente y no ha sido así: todos los llamados opositores y
disidentes que cumplen los requisitos generales establecidos en la ley,
que es sumamente amplia, pueden viajar. Después pretextaron que aunque
les dejaran salir los iban a presionar para que no hicieran críticas a
la revolución y no ha sucedido nada de eso.
Eliecer Ávila se ha
despachado a su gusto contra su país y desde Suecia ha posado como
especialista en internet cubana para Radio Martí, una emisora del
gobierno norteamericano en Miami, haciendo supuestas “revelaciones” y
descaracterizando blogs como los de Manuel Lagarde, Yohandry Fontana y
Percy Alvarado. Anoche salió con una gran sonrisa por el aeropuerto de
La Habana Rosa María Payá, hija del fallecido Oswaldo Payá, hacia Suiza y
España donde ha anunciado que hablará sobre los “derechos humanos” en
Cuba. Ya podemos imaginar lo que va a decir, ya se ven venir sus
calumnias y sin embargo nadie le impidió que viajara. Bertha Soler,
coronela jefa de las Damas de Blanco encargada de reportarle a la SINA
quienes van o no van a sus marchas para recibir lo que todos saben,
también viajará a Panamá a hablar de “derechos humanos” y recoger
premios, que no son motivos personales sino claramente políticos, y
tampoco nadie le ha puesto trabas en su tramitación. Casualmente andan
circulando en la red unas declaraciones de Bertha Soler donde dice que
si su sangre tiene que correr pues sin dudas correrá; en verdad, lo
único que se ha visto correr por su lado son rollos de dólares
norteamericanos que ella misma reparte. Y ni hablemos del caso de Yoani
Sánchez, a quien le han preparado un tour propio de un canciller o un
jefe de estado que incluye más de una decena de países; sin que se
aclare quién paga todo esto, aunque cualquiera lo imagina. Tampoco se le
han puesto trabas a Yoani, así que nadie puede hablar de discriminación
política en la aplicación de la reforma migratoria. En el caso de
Yoani, ella que habla tanto de “deberes y derechos ciudadanos”, cabe
esperar que a su regreso pague voluntariamente los impuestos que debe
sobre el medio millón de euros recibidos por premios y otras
actividades, como se haría en cualquier país del mundo.
Luego
aseguraron que no les iban a dejar regresar y la verdad que ninguno de
los potenciales viajeros se ha quejado al respecto. La mayoría de ellos
regresará sin dudas porque saben que fuera de Cuba serían desechados en
el primer mes como les sucedió a la madre y familiares de Orlando Zapata
Tamayo. Fuera de Cuba el dinero está muy bien repartido, así que tienen
que regresar para luchar lo que llega. También auguraron que una vez
puesta en vigor la reforma se iba a producir una avalancha de cubanos en
las embajadas, oficinas migratorias y agencias de viaje para escaparse
de Cuba. También les salió el tiro por la culata. Ha sido un proceso
normal que depende ahora de los recursos del viajero, de la carta de
invitación cuando sea necesaria y de la visa del país receptor. Como
dice un colega de Cuba Información, ya en Cuba es más fácil sacar un
pasaporte para montarse a un avión que una licencia para manejar un
carro.
La reforma migratoria cubana ha producido un
reajuste del comportamiento de estos llamados disidentes ante las sedes
diplomáticas que les patrocinan y del que no se ha hablado mucho. Ya no
se trata solamente de jabas de fin de año, elecciones imaginarias o el
logro de una visa de refugiado político para salir y radicarse en el
extranjero. Con las nuevas disposiciones migratorias cubanas y la crisis
que existe en los países receptores como Estados Unidos, España y el
resto de la Comunidad Europea ya no se busca tanto la salida definitiva
como el ofrecimiento de la participación en congresos, conferencias en
universidades, asignación de premios, etc., como parte de una
programación de salidas temporales que les permita la doble ganancia de
la seguridad que ofrece una sociedad como Cuba y el acceso al consumo de
las sociedades capitalistas. Para eso hay que seguir permaneciendo en
el país y hacer huelgas de aguacate, inventar falsas noticias, fingir
enfrentamientos con la policía y hacer declaraciones para Radio Martí
desde un sillón.
En ese dame para darte sí no ha habido un cambio y
estos llamados opositores siguen comportándose como siempre; como les
manda su amo. Si obedecen, tienen garantizada una visa expedita, sin
chequeos ni molestias burocráticas; los demás tendrán que seguir
haciendo sus colas y afrontando las negativas.
Tan
desprevenidos les ha tomado la reforma migratoria que algunos
“cubanólogos” han empezado a decir que tanto el gobierno cubano como los
legisladores cubanoamericanos coinciden en que hay que eliminar la Ley
de Ajuste Cubano. Pero aquí hay que llamar la atención y los convoco a
que sean honestos. Primeramente, las motivaciones no son las mismas y
están muy pero muy distantes unas de otras. Y segundo, porque
históricamente esta aparente coincidencia es una falsedad. Desde su
firma el 2 de noviembre de 1966 la llamada Ley de Ajuste Cubano ha sido
un instrumento de agresión contra la revolución, denunciada como “Ley
Asesina” por el Comandante en Jefe Fidel Castro, el Presidente Raúl
Castro y el resto de las autoridades cubanas. La parte cubana siempre ha
sido crítica de esa legislación; quienes vienen a coincidir ahora con
Cuba son los mismos que la instrumentaron para su beneficio político y
quieren eliminarla una vez que se les ha revertido en su contra. Quién
lo iba a decir: personajes como Ileana Ros-Lehtinen, Mario Díaz-Balart y
Marco Rubio consideran hoy la eliminación o adaptación de la Ley de
Ajuste Cubano como una necesidad. ¿Lo hacen para que no mueran más
cubanos en el mar como ha dicho Cuba? ¿Lo hacen para que otros cubanos
no se enrolen en viajes furtivos y tratos con delincuentes que les
quitan sus vidas, los torturan, los prostituyen y chantajean a sus
familiares por dinero? No, lo hacen por cobardes y oportunistas, porque
se han dado cuenta que la llamada Ley de Ajuste Cubano está dando al
traste con sus intereses y consolidando un cambio demográfico en la
comunidad cubana residente en los Estados Unidos. Cambio en el sentido
de más juventud y cambio en el sentido de más cubanos formados por la
revolución y sus valores; cubanos con un patrón cultural diferente, que
conservan el amor por la música, los equipos deportivos, el cine y la
literatura que conocieron en todos estos años. Cubanos que respetan,
aunque no lo digan públicamente en Miami, el legado de Fidel. Cubanos
que cuando tengan derecho a votar no lo harán por políticos empeñados en
impedir una libre relación con sus familiares y con sus antiguos
vecinos de barrio. Porque como decía el amigo Eddy Levy, colaborador
regular de La Tarde se Mueve (Miami 14.50 AM), no se trata de suplicar a
esos legisladores cubanoamericanos que mantengan el permiso de viajar
tantos días al año o en varios años para ir a Cuba cuando un familiar se
enferma. No, de lo que se trata es de defender el derecho de los
cubanos a viajar a su país cuando lo deseen en ejercicio pleno de su
libertad; no por misericordia, cuando enfermen, sino estando sanos ellos
y sus familiares para que se encuentren juntos en la casa de familia o
si les da la gana en un restaurante, un hotel o una playa. En resumen,
estos legisladores quieren seguir buscando pretextos para obstruir los
intercambios y viajes a Cuba para mantener el discurso demagógico de sus
campañas electorales domésticas.
Ahora le llaman
comunista al pelotero José Ariel Contreras y lo condenan por haber ido a
Pinar del Río a reencontrarse con sus raíces familiares, vecinos y
compañeros de equipo. Algunos perdonavidas lo justifican diciendo que
fue solo a ver a su madre que estaba enferma. Nadie tiene que justificar
a José Ariel Contreras, nadie tiene que esperar a que su madre u otro
familiar enfermen para justificar ante una horda de fiscales insaciables
un viaje a Cuba. Contreras y cualquier cubano residente en los Estados
Unidos viajan a Cuba porque pueden y porque quieren; no cuando lo
consideren esos candidatos a guardias fronterizos que aparecen por las
cafeterías y los canales de televisión de Miami.
Ahora
les molesta la ley de ajuste cubano. Ahora les preocupa su maléfico
engendro y dicen que hay que ser más selectivos para recibir cubanos;
que ese cubano que ha crecido en la revolución no vale tanto como el
cubano que vino al principio con sueños de rescatar la “república”. Ya
no pueden esconder el racismo y el clasismo; ya no tienen ni siquiera el
pudor de guardar las normas mínimas de cualquier sociedad civilizada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario