domingo, agosto 05, 2012

La deuda del potaje


Por mucho que se diversifique la producción agrícola, hay dos renglones que siguen acaparando las preferencias del cubano: el arroz y los frijoles.

El primero, pese a los altos precios en el mercado exterior y sin ignorar el encomiable empeño por incrementar el aporte nacional, ha mantenido su presencia en las buenas y en las malas, aunque no pocas veces a un elevado costo para el bolsillo.

Sin embargo, no puede decirse lo mismo del frijol, pues cocinar un potaje se ha vuelto casi un lujo para muchos hogares espirituanos porque, por un lado, la distribución normada está a la espera de que se complete el acopio del producto que se contrató en el territorio para tal fin y, por otro, como se incumple ese programa de sustitución de importaciones, está prohibida la comercialización liberada en los mercados.

No obstante, la venta clandestina –al menos en varias zonas de la ciudad de Sancti Spíritus- lleva a pensar que la cosecha no fue tan mala como se dice; más bien, tal práctica refleja dosis de desorganización, indisciplina y descontrol que prevalecen
alrededor de este grano.

No se trata de que Sancti Spíritus haya renunciado al cultivo; al contrario, según directivos del sector, es la segunda provincia en el país con mayor peso en esta producción, y el frijol engrosa la nómina de las prioridades, junto al arroz y el maíz, en el programa de sustitución de importaciones y en recibir los famosos paquetes tecnológicos, recursos que hacen pensar en un sello de garantía para la cosecha.

Mas, ese respaldo financiero y material en que incurre el país para contar con tales insumos no siempre deja el resultado esperado, pues, como definen los propios productores y hasta directivos de la rama, tales recursos no siempre llegan en el momento idóneo.

Para Sancti Spíritus el incumplimiento no es nuevo ni sus porqués difieren de lo que ha sucedido últimamente. Las estructuras agrícolas admiten problemas organizativos a la hora de encauzar ese programa.

¿Qué impide llegar a cada cosechero, intercambiar con él, atender sus preocupaciones, entregarle lo que se le promete?

¿Qué motiva que el productor esquive cumplir lo que aceptó en el contrato?

La provincia planificó acopiar al cierre de mayo 2 000 toneladas de frijol para garantizar la distribución normada en los 12 meses del año, puesto que el país suprimió la importación de este grano sobre la base de que cada territorio produzca lo que necesita para cubrir la canasta básica. 

Hasta inicios de julio, las entregas de las bases productivas espirituanas al Ministerio de Comercio Interior ascendían a 1 287 toneladas, cifra que representa apenas el 64 por ciento de la venta contratada al Estado.

En recientes evaluaciones a este programa, además de la mala organización, se identifican otras causas del incumplimiento: mal manejo del cultivo, falta de exigencia en los diversos niveles, deficiente proceso de contratación y de planificación, rendimientos inferiores a lo previsto, agotamiento del agua,
entrada tardía de los recursos, etc, etc.

Sin desconocer la irregular atención a los productores y la llegada tardía de los insumos, una estadística revela que la deuda del potaje tiene otra cara: falta por acopiar poco más de 700 toneladas para cubrir el compromiso de la distribución normada al pueblo; sin embargo, en la provincia se cuantifican 4 090 toneladas cosechadas y se han entregado al Estado 1 287, cifra que representa alrededor del 31 por ciento. Sin restarles un ápice de
valor a los tropiezos y frenos objetivos de la campaña del frijol, las cifras ilustran que no todo el problema es de baja producción.

Ante tal realidad el territorio acude a un bateador emergente y desde junio empuja la siembra de la variedad caupí, más resistente en la época de primavera y de buen rendimiento, a fin de suplir el déficit por esta vía.

Pero la estrategia del caupí, que abarca sembrar 739 hectáreas, tampoco anda con paso seguro y, hasta mediados de julio, la plantación cubría cerca de 200 hectáreas, atraso que obliga a multiplicar el trabajo este mes y principios de agosto a más tardar, porque de extenderse ese calendario se comprometen
las áreas para la siguiente campaña del frijol que se siembra habitualmente.

De modo que el comportamiento del programa de producción de frijoles en la provincia no cabe dudas de que está enredado y Sancti Spíritus corre el peligro de quedar otra vez en deuda con el potaje.

































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